Esta es la historia de dos chicas. Siempre estaban juntas y les encantaba pasear por el bosque. La pequeña aldea dónde vivían era un lugar apacible, dónde todo el mundo se conocía. Eran discipulas del maestro Chen, que instruía a los jóvenes de la aldea en el noble arte del Kung Fu. De él se dice que había sido un gran guerrero, de gran fama. También se dice que se cambió el nombre y se vino a vivir a una aldea perdida porque estaba cansado de esa fama, que nada le aportaba. Sea como fuere, ahora es un amable anciano que todo el mundo respeta y ama.
Sólo una vez se separaron aquellas dos muchachas, para desgracia de ambas. Mientras la bella Xia, la más joven de las dos, ayudaba a su madre en el campo. Unos soldados entraron en la aldea en busca de una doncella para su señor. Es curioso como el destino parece jugar con nosotros. La elegida fue la noble Jun, que no era otra que la inseparable amiga de Xia. Jun no se resistió y, sin aceptar su destino, agradeció a sus padres toda la ayuda y el cariño recibidos y les juró volver.
-"No hagas ninguna locura, cariño..." - le suplicaba su madre, llorando desconsoladamente.
-"Madre. Mi corazón no pertenece a ese desconocido, ni a ninguno de estos hombres. Y no pienso entregarselo a ninguno de ellos. Volveré, inmaculada, antes de que tengáis tiempo de llorar mi marcha." - y echó a andar con los soldados.
-"Jun..." - el padre se había quedado helado al ver la entereza que demostraba su joven hija.
Más tarde, Xia fue a buscar a su amiga y los padres de Jun le contaron lo que había pasado.
-"¿Que se han llevado a Jun? Tengo que hacer algo..." - y se marchó sin decir nada más.
Xia volvió a casa, cogió su arco y sus dagas y se despidió de su madre mientras ésta dormía.
-"Madre. Si te lo contara, no permitirías que fuera. Perdóname." - y la besó en la frente.
Xia abandonó la aldea y, siguiendo las indicaciones de su maestro, se dirigió a un antiguo torreón dónde supuestamente habían llevado a su amiga. La chica no despertó el miedo en los soldados, que se frotaban las manos pensando lo que iban a hacer con ella. Pero Xia estaba furiosa, y no tenía tiempo para juegos. Mató con su arco a los dos soldados que vigilaban la puerta y corrió hacia ella. Por dentro el torreón parecía estar desierto...¿era ésa la voz de Jun? Se empezaron a oír pasos en los pisos superiores.
-"¡Han asesinado a dos soldados! ¡Dad la voz de alarma!" - gritaba un soldado.
-"Mierda. Me han pillado."
Xia comenzó a subir las escaleras a toda prisa. Le había parecido oír la voz de su amiga e intentaba seguir su rastro, pero el estruendo de pasos le dificultaba la tarea. Mató a un par de soldados que, por desgracia para ellos, le salieron al paso.
-"¡Proteged a la doncella! ¡Si le pasara algo, nos matarán a todos!" - gritó otro soldado.
Xia vió como algunos soldados subían hasta la última planta, y dedujo que allí se encontraba Jun. Subió a toda prisa la escalera, llegando incluso a alcanzar a los soldados más rezagados, a los que dió muerte sin piedad. Pese a ser muy joven, tenía mucha fuerza y era más ágil que cualquiera de aquellos hombretones. Algunos soldados incluso fueron arrojados al vacío y un par de ellos intentaron huir. Ya arriba, Xia vió a su amiga.
-"¡Hermana!" - le gritó.
-"¡Xia! ¿Qué haces aquí? ¿Es que quieres que te maten?" - le dijo Jun - "¡Vete! ¡Puedo arreglarmelas sola!"
-"Jun, no me importa que me maten. Pero hay algo que nunca voy a permitir..." - Xia entró en la sala dónde tenían presa a Jun - "Y eso es que me separen de ti."
En ese preciso instante, un soldado entró en la sala, hiriendo a Xia en un costado. Un grito de dolor partió la sala en dos. Xia, fuera de sí, agarró con la mano derecha la lanza que atravesaba su cuerpo y se giró para ver a su enemigo, que intentaba, sin éxito, recuperar su arma. Sacó una de sus dagas con la mano libre y le dijo:
-"Nunca debiste entrar aquí." - y le cortó las manos que sujetaban la lanza - "Entérate, iluso, no puedes detenerme..."
Acto seguido, acabó con su vida clavándole la daga en el cuello. El hombre cayó al suelo, desangrandose, y Xia partió la lanza para poder extraerla de su cuerpo. Se acercó a su amiga que, con lágrimas en los ojos, la estaba esperando.
-"¿Cómo se abre esta maldita jaula, Jun?"
-"Xia...la...la llave de la jaula está ahí, colgada en esa pared. Estos estúpidos la dejan ahí, sin vigilancia. ¿E...estás bien, Xia?"
-"¿Estás bien, Jun? ¿Te han hecho algo?Si te han hecho algo, pagarán por ello..." - decía la joven mientras caminaba trabajosamente hasta la pared para coger la llave de la jaula.
-"No, que va. No me han hecho nada, llevo aquí metida desde que llegué. Xia...te estás desangrando..."
-"..." - Xia intentaba abrir la jaula con la llave - "...¡Ya...ya está! ¡Sal de ahí, Jun!" - y las dos amigas se abrazaron cómo se abrazan el viento y las montañas.
-"¡Vamos! He...venido a sacarte de aquí. Volvamos a la aldea, Jun..." - Xia comenzó a andar hacia la puerta.
-"Xia...¿estás segura de que...puedes hacerlo?" - Xia se detuvo y se giró, con una espléndida sonrisa.
-"No voy a dejarte sola, Jun. ¡Vamos!" - y las dos chicas sonrieron y se dirigieron a la puerta - "Toma una de mis dagas."
Comenzaron a bajar las escaleras, acabando con todos los soldados que encontraron. Pero, al llegar abajo...
-"¿Adónde creéis que váis?" - un hombre les esperaba en el centro de la planta baja - "Soy el señor de estas tierras, vuestro amo. Ahora las dos sois mías, no iréis a ninguna parte."
-"¡Yo no tengo señor!" - gritó Xia lanzándose al ataque.
Un día, un joven se acercó a la aldea en busca de trabajo. Encontró a Jun y se acercó a ella.
-"Buenos días, señorita. Acabo de llegar a este lugar y busco algo de refugio...puedo trabajar el campo y cargar pesos también..." - le dijo.
Jun no era capaz de aguantarle la mirada. Era la primera persona que la miraba sin prejuicios en mucho tiempo. Desde la muerte de Xia, se había encerrado en su casa y sólo salía para cuidar el huerto que su familia tenía a la entrada de la casa. La gente de la aldea sentía una gran pena por ella, y el lugar ya no era el mismo. El maestro Chen solía decir que le habían robado la alegria a la aldea.
-"¿Señorita? ¿Se encuentra bien?" - insistía el joven.
-"A...allí..." - era la primera palabra de Jun en mucho tiempo.
La chica señalaba en dirección a una pequeña posada. El joven miró hacía allí.
-"¡Ah, una posada! ¡Muchas gracias, señorita! ¡Que tenga un buen día!" - le dijo, con una reverencia - "Espero que volvamos a vernos pronto."
Y se marchó, dedicándole una sonrisa. Jun sintió alegría, tristeza, miedo, nostalgia y esperanza al mismo tiempo. Notó cómo su corazón se rasgaba y cómo su alma ardía pasto del fuego que había en su interior.
Ni siquiera podía llorar...
Wu Ying Ren 死
Dos hermanas (y II)
P.S: Pronto traeré el final, se estaba alargando mucho. Lo tengo en la cabeza, sólo tengo que escribirlo.
01/11/80 UPDATE: Ya podéis leer el final...
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