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divendres, 15 d’agost del 2008

La guerra en directo

Imaginad que encendéis la tele para ver las noticias. Estan hablando de la guerra que ha comenzado en Georgia y conectan con la periodista enviada a cubrirla.



Esta mujer es Tamara Urushadze, una periodista georgiana que se ha llevado un regalito para enseñar en casa. ¿Qué pretendía? ¿Hacer su trabajo?

No es el primer caso, ni será el último, que ocurre en una guerra. Algunos de vosotros recordareis la muerte del periodista español José Couso, víctima de un misil lanzado por soldados de los Estados Unidos contra un hotel que causó gran revuelo. Un hotel lleno de periodistas...pero vamos, que ese es un dato que no aporta nada.

No debemos olvidar que una guerra es una guerra y los periodistas molestan. Se les protege, igual que al personal médico y, en teoria, a los civiles pero nadie es perfecto. Los soldados también pueden equivocarse... Al fin y al cabo, todos saben a lo que van. Y mucha gente pensará "¿Para qué van a una guerra? Es de locos". Pues van porque les ayuda a ascender en su carrera profesional, porque la labor de un periodista es informar, o porque creen que deben hacerlo. Algo sí sé seguro: lo que se vive allí, te cambia la vida para siempre. La señorita Urushadze (en caso de que sea cierto, y no se trate de propaganda) ha tenido suerte, y sólo la han herido. Otros no pudieron contarlo.

Desde aquí quiero pediros una cosa. No os creáis todo lo que véis, primero analizad la situación. Cuando muere un periodista en una guerra, se monta la gorda. Y no es para menos, una cosa es que encuentres la muerte en fuego cruzado y otra que te peguen un misilazo. Pero hay que darse cuenta, que un soldado no está allí por diversión (bueno, algunos sí) y que es un trabajo muy duro. Si fuéramos soldados y nos dijeran que hay que proteger a un par de periodistas, seguramente pensaríamos que ya tenemos suficiente con protegernos a nosotros mismos. En la guerra cada uno protege su propio culo primero y el de los demás, después. Cuantas más balas se disparen, más probabilidades tienes de morir. Y, en algunos casos (que quede claro que SÓLO en algunos casos), por mucha protección que le presten a un periodista, una pequeña distracción puede hacer que una bala perdida acabe alojándose en su cabeza. Sin embargo, tampoco puede servir usar eso de escudo para protegerse ante la opinión pública.

Sea o no cierto el caso de esta mujer, presento mis respetos a los y las periodistas que se atreven a informarnos de una guerra desde el mismo campo de batalla. En memoria de los que ya no están, en honor a los que están y a los que vendrán.

Wu Ying Ren

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