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diumenge, 16 de gener del 2011

Nostalgia


No sé cómo ni por qué me ha venido el recuerdo de una noche en una casa, hace ya algunos años, lejos de la civilización. La noche allí era más oscura, más primigenia. Recuerdo que me tocó dormir en una pequeña habitación junto con mi hermano mayor. En aquellos años yo era un adolescente inseguro, con más miedos que sueños. Me gustaba una chica que no me hacía ni caso, los estudios no me iban demasiado bien y había aceptado quedarme allí sin demasiado sentimiento.

Por una pequeña ventanita se podía ver el exterior de la casa. Campo. A lo lejos, una autopista silenciosa. Y una montaña detrás. Recuerdo haberme asomado por la tarde sin más efecto que un ligero pensamiento positivo. Pero, a la hora de dormir, aquella ventana tuvo en mi un efecto diferente.

-"Venga, vamos a dormir." - dijo mi hermano - "Bueno, a mi no me molesta, pero si quieres hacer algo un rato tiene que ser con la luz apagada o tendremos aquí a los dueños tocando las narices."

-"Vale, si me prestas el Discman yo me estiro en la cama y ya me dormiré." - le respondí yo.

Sin pensarselo, sacó su Discman de la mochila junto con unos CDs y el cargador.

-"Toma, enchúfalo ahí y cuando te canses guárdalo en el cajón de la mesita de noche." - había una única mesita de noche entre las dos camas.

-"De acuerdo. Lo dejaré dentro del cajón todo el rato por si me quedo dormido que no se caiga al suelo. Y cojo mis auriculares, no sea que me cargue los tuyos."

-"Como quieras."

Metí un CD en el discman y lo encendí. Nos echamos a dormir, me puse los auriculares y, en cuánto apagamos la luz, todo cambió. Mientras la música sonaba, eché un vistazo a la ventana. La autopista aún estaba bastante transitada, aún siendo bastante tarde. Y la montaña parecía vigilarnos a todos. Mi imaginación de adolescente, curiosa, comenzó a preguntarse si la naturaleza no ejercería algún tipo de vigilancia sobre nosotros realmente. ¿Qué había en aquélla montaña? Y, entonces, sumido en aquellos pensamientos, recordé algo.

Años atrás, cuando aún estaba en primaria, tuve una visión semejante en una masia. Lejos de la civilización, un niño tuvo la necesidad de ir al baño. Y en aquél baño diminuto, arriba, a una altura enorme para aquél chaval, había una ventanita. Desde aquélla ventanita se podía ver el exterior de la casa. Campo. Una montaña y siluetas de árboles recortadas en el cielo nocturno. El niño, que estaba siempre muy nervioso, comenzó a preguntarse cosas. ¿Qué había en aquélla montaña? ¿Habría lobos? ¿Y si venían a la masia? Él no quería que los lobos se lo comieran. Así que salió del baño y rápidamente volvió a su cama.

Ese chaval era yo. Y, mientras cambiaba el CD pensaba en todas las cosas que había hecho. Y, sobretodo, en todas las que no. En todas aquéllas oportunidades perdidas. En todo ese tiempo persiguiendo a una chica aún sabiendo que no conseguiría nada. En todo. Miré a mi hermano, que ya dormía profundamente, y me pregunté si a él le pasaba lo mismo. Si él se preguntaba esas cosas. Si la gente normal se preguntaba esas cosas. Intenté imaginar cómo había sido su vida y, no sé por qué, cayeron algunas lágrimas.

Nunca me he contenido las ganas de llorar, siempre he creído que de alguna forma te libera. Y hoy, recordando que una vez recordé que me preguntaba cosas, me dio por llorar.

Wu Ying Ren 死