Llevábamos años esperando aquello. Oficialmente, yo más que tú. Pero, sin reconocerlo, tú tenías más esperanzas puestas en ello que yo. Habíamos quedado en un céntrico lugar. Creí verte a lo lejos y, para asegurarme, te envié un sms.
"¡Hola! Te estoy viendo :) ¿No me ves? Estoy enfrente de ti, rodeado de gente."
Era mentira, estaba detrás tuyo. Pero tú y yo hacemos las cosas así, ¿verdad? Si estuvieras leyendo esto, ahora estarías sonriendo. Me acerqué con cuidado mientras tu intentabas encontrarme entre la multitud que cruzaba la calle. Puse mis manos sobre tu cintura, y te abracé.
-"Hola, no te asustes. Soy yo." - te dije.
-"Si aprecias tu vida, nunca más harás algo así." - respondiste tú.
-"Me encanta arriesgar mi vida contigo, ya lo sabes." - añadí.
Volviste la cara un instante y pude ver tus ojos. Estaban tristes, y tu expresión era melancólica. Intenté encontrar tu mirada de nuevo, sin éxito. Y entonces me fijé en tu pelo. Sabes que me encanta tu pelo, casi infinito. Tan suave, tan salvaje y con ese eterno olor a tabaco. Y...y entonces, lo entendí todo.
Me conoces bien.
Levanté la cabeza un segundo y tú te quedaste inmóvil. Como una experta jugadora de ajedrez, esperabas mi próximo movimiento tras haber tendido una trampa. Pero tu objetivo era que yo detectara la trampa, y la esquivara. Por eso te habías teñido el pelo de negro.
Me conoces MUY bien.
Sin soltarte, navegué entre tu suave pelo y te susurré suavemente al oído:
-"¿Por qué estás triste?" - te pregunté, sabiendo que no ibas a responder - "¿Sabes? A cualquiera que te moleste, ni que sea con la mirada...me lo como..."
Suavemente, mordisqueé tu oreja. Acariciando mis manos, te diste la vuelta. Una sonrisa burlona había aparecido en tu preciosa cara. Yo intenté aguantarme la risa.
-"¿De verdad?" - me preguntaste, arqueando una ceja.
-"Cuenta con ello, princesa." - te dije, poniendo un dedo sobre la punta de tu nariz.
Rápidamente, apartaste mi dedo de tu cara con la mano. Y, por primera vez en mucho tiempo, me sorprendiste. Me besaste.
Luego me abrazaste de nuevo, por propia voluntad, mientras decías:
-"No te acostumbres, esto es un regalo."
***
Algo me devuelve a la realidad. Es tu voz. No solo existes, sino que todo está ocurriendo en estos momentos. Puedo sentir tus brazos abrazándome con fuerza.
Fuera está lloviendo, y es de noche. La luz está apagada, y estamos de pie en medio de tu habitación. Esa cama tuya parece haber sufrido un ataque nuclear. Oigo el repiqueteo de la lluvia en tu ventana. Lloras. No sé qué tienes que te hace estar preciosa cuando estás triste. Pero ahora no puedo verte.
-"Odio...reconocerlo..." - susurras entre sollozos - "...odio reconocerlo...pero no quiero que te vayas..."
Me abrazas con más fuerza todavía al tiempo que una lanza psicológica me atraviesa el estómago.
-"Quédate conmigo...por favor..." - susurras con un hilo de voz - "...quiero estar contigo..."
Nunca pensé que oiría eso de ti. Me doy la vuelta como puedo, no piensas soltarme.
-"Tú...me haces...sentir..." - añades.
-"Yo creía que..." - recuerdo algo - "...¿Por qué estás tan triste?"
No hay respuesta.
Navego entre tu pelo, hoy de otro color pero con el mismo olor a tabaco. Y te susurro suavemente al oído:
-"¿Sabes? A cualquiera que te moleste, ni que sea con la mirada...me lo
como..." - y comienzo a mordisquear suavemente tu oreja.
-"¿De verdad...harías eso por mí?" - preguntas con la voz rota por el llanto, alzando levemente la cabeza.
-"¿Te...gustaría que lo hiciera?" - te susurro.
Un casi inaudible "si" provoca otro lanzazo psicológico.
-"Pues dalo por hecho, princesa." - te digo sonriendo, colocando de nuevo mi dedo sobre la punta de tu nariz.
Wu Ying Ren 死
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada