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dilluns, 18 de gener del 2010

El segundo desembarco


"Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas." - Sun Tzu, "El arte de la guerra":

Aún recuerdo aquella propaganda triunfalista que nos prometía un mundo feliz y lleno de paz. El fin de la guerra llegaba, y todo volvería a ser como antes. O eso quisieron hacernos creer...

El Ejército Rojo tomó Berlín, y nos liberó del yugo nazi. Los planes eran repartirse el botín, y comenzar la reconstrucción de la vieja Europa. Sin embargo, Stalin no dejó pasar la excelente oportunidad que se le presentaba. En un mundo en ruinas, y con el Imperio británico arruinado y cayendo en picado...sólo un pais podría hacerle frente. Stalin odiaba profundamente la forma como su pais había sido forzado y exprimido durante demasiado tiempo. La sangría a la que fue sometida el pueblo soviético no podía pasarse por alto. Millones de soldados rojos muertos en el frente soviético mientras los aliados posponían una y otra vez la creación de un nuevo frente en Francia.

Una vez ganada la guerra los aliados pretenderían, al modo de ver de Stalin, seguir ofendiendo al pueblo soviético. Alemania debía ser entregada a la Unión Soviética, sin particiones ni negociación alguna. Stalin necesitaba exigir justícia...y un comando del NKVD descubrió el arma necesaria para ello...

Ese comando fue enviado durante la toma de Berlín a un punto exacto de la ciudad para realizar una extracción. Nadie supo nada en aquél entonces, aunque nuestros espías avisaron de cierta actividad extraña por parte de los hombres de Beria, el jefe del NKVD. No se le dio importancia, puesto que hubo movimientos extraños por parte de todas las partes implicadas. No hemos tenido tiempo de arrepentirnos.

Stalin nunca aceptó los términos presentados por británicos y estadounidenses. Notablemente irritado, finalmente pidió que dejaran de ofenderle a él y a su pueblo, y que no volvieran a concertar una reunión con él o ninguno de los camaradas de su gobierno hasta que no tuvieran algo realmente aceptable. Algo a la altura del sacrificio soviético. El presidente americano, Harry S. Truman, ante esa reacción tan fogosa, decidió no pactar nada con un hombre tan poco "civilizado". Ante la atónita mirada de nuestro Primer Ministro, que llevaba años sintiéndose un simple espectador, el gobierno americano redibujó las fronteras en Europa Central y repartió la capital alemana en tres partes. Ellos se encargarían de administrar una de las partes, mientras que las otras dos fueron asignadas a británicos y franceses. Maldita la hora en la que el señor Churchill aceptó esos términos...

Era justo lo que la URSS necesitaba. Nunca jamás olvidaré aquella retransmisión radiofónica...nunca jamás hasta el día de mi muerte. El presidente Truman anunciaba los términos del pacto aliado...y, entonces, un gigantesco estruendo...

El otro lado del Atlántico se quedó completamente en silencio. Cuando aún no nos habíamos recuperado del susto, la BBC interrumpía su emisión. El Primer Ministro quería dar un mensaje al pueblo británico.

-"...uno de nuestros aliados se ha sentido traicionado, y ha decidido tomarse la justícia por su mano..."

Estados Unidos había sido atacado con armas nucleares. Y nuestro gobierno acababa de ser amenazado con recibir el mismo trato si no accedía a entregar Alemania y su capital al completo. La extracción que los agentes soviéticos realizaron en Berlín resultó tener como objetivo un grupo de científicos que, a espaldas del mundo, había conseguido finalizar el proyecto atómico nazi con éxito. Disponían de una bomba funcional, y conocían el método para producir más...pero requería tiempo. Tiempo que los nazis no tenían...pero que la Unión Soviética les proporcionó. Winston Churchill nos pidió realizar un último esfuerzo.

-"...sé que parece increíble, pero si lo hemos hecho una vez...podemos repetirlo..."

Y aquí estoy. No tenemos apenas comida, nos estamos muriendo de frío, estos rifles se atascan y apenas tenemos munición. Pero somos la última esperanza del mundo libre. Nuestra misión es, oficialmente, desmantelar la producción nuclear soviética.

Churchill tenía razón: parece imposible. Sin embargo, hay días en los que puedes oler el éxito. Puedes palparlo, se nota en el ambiente. Y hoy...hoy va a ser uno de esos días.

El Ejército Rojo protegía las instalaciones nucleares, nos esperaban. Pero los que llegaron sólo tienen en común con mi unidad el idioma que hablan. Y no vieron llegar a los bombarderos. Gracias a ellos, nuestra misión está teniendo éxito.

Hemos eliminado a los vigilantes. Y yo tengo a Stalin a tiro. Voy a acabar con esta maldita guerra de una vez por todas. Vamos a acabar con esta maldita guerra de una vez por todas.

-"¿Tienes miedo, hijo de puta?" - pregunto en ruso a un asustado y envejecido revolucionario bolchevique - "Saluda a Hitler, seguro que te mandan con él."

Wu Ying Ren 死


2 comentaris:

Venturator ha dit...

Muy bueno el relato. =)

wuyingren ha dit...

Gracias, me alegro de verte por aquí de nuevo :D