"El objetivo de la guerra no es morir por tu país, sino asegurarse de que el otro bastardo muera por el suyo."
- Winston Churchill
Aunque no me cuento entre los más viejos del lugar, se podría decir que he combatido en incontables batallas. Más de las que habría querido. He defendido las causas más diversas, consiguiendo siempre el favor de las altas esferas. Llegando a lo más alto, siendo el favorito y convirtiéndome, de esta forma, en el campeón. Así, conseguí victorias que me han otorgado cierto renombre...pero que pronto se vieron empañadas por flagrantes derrotas... Es más, con el paso del tiempo, encontraron otro soldado al que adorar y me negaron el favor con qué me habían obsequiado.
También hubo envidias. Hubo quién quiso arrancarme de mi lugar para hacerse con él. Hubo quién quiso crear mentiras sobre mí con las que llenar las mentes de mi entorno. Nada de eso sirvió, pues esas sucias tretas no pueden hacerme daño. Sin embargo, si que consiguieron alejarme de algunas personas que creían no poder volver a confiar en mí. Supongo que es el precio que se paga por que tu trabajo sea reconocido...
No obstante, mi hábitat natural es el campo de batalla, no las intrigas palaciegas. Es en la guerra dónde yo rindo al máximo de mis posibilidades. Guerra. ¡Ah, maldita palabra! Tan odiosa es por su esencia y sus consecuencias...y, sin embargo, tan atractiva a la vez... Las guerras forman parte del ser humano. Todos sentimos algo extraño ante escenas extraídas de batallas aquí y allá. Muchos, incluso, querrían estar o haber estado allí. Alguien dijo que quién quiere ir a la guerra es porque no ha estado allí nunca*...Bien, puede que tuviera razón. Pero las desgracias tienen el poder de unir a la gente. Paradójicamente, en tiempos de paz perdemos de vista las reglas básicas de convivencia...reglas básicas que vuelven a aparecer durante y después de cualquier guerra. ¡Ah, maldita palabra! Sólo en medio del fragor de la batalla me siento vivo.
Agazapados en cualquier lugar. Yo y mi fusil. Solos. Delante: el enemigo. Cientos de hombres que tienen un hogar y familia...como todos... ¿Cómo hemos llegado a esto? Nos obligó la misma razón, pero con un vestido diferente. Miro al hombre que va a morir en unos instantes y veo en él un reflejo de mí mismo. Tiene frío, tiene miedo, los nervios a flor de piel mientras espera un objetivo o una bala enemiga, lo que llegue primero. Hoy no es tu día de suerte, amigo. Es duro pero unos ganan y otros pierden...lo siento. Cada objetivo abatido me perseguirá el resto de mis días pero esa sensación...¡Ah, maldita sensación!
Ya no recuerdo si tengo familia o amigos. No creo que nadie me eche de menos nunca y dudo que alguien lo haya hecho antes. Pero sigo luchando por algo o alguien. Espero descubrir de qué o quién se trata antes de que sea yo quién reciba la bala enemiga. Mientras eso llega, vigilen adónde apunto...
También hubo envidias. Hubo quién quiso arrancarme de mi lugar para hacerse con él. Hubo quién quiso crear mentiras sobre mí con las que llenar las mentes de mi entorno. Nada de eso sirvió, pues esas sucias tretas no pueden hacerme daño. Sin embargo, si que consiguieron alejarme de algunas personas que creían no poder volver a confiar en mí. Supongo que es el precio que se paga por que tu trabajo sea reconocido...
No obstante, mi hábitat natural es el campo de batalla, no las intrigas palaciegas. Es en la guerra dónde yo rindo al máximo de mis posibilidades. Guerra. ¡Ah, maldita palabra! Tan odiosa es por su esencia y sus consecuencias...y, sin embargo, tan atractiva a la vez... Las guerras forman parte del ser humano. Todos sentimos algo extraño ante escenas extraídas de batallas aquí y allá. Muchos, incluso, querrían estar o haber estado allí. Alguien dijo que quién quiere ir a la guerra es porque no ha estado allí nunca*...Bien, puede que tuviera razón. Pero las desgracias tienen el poder de unir a la gente. Paradójicamente, en tiempos de paz perdemos de vista las reglas básicas de convivencia...reglas básicas que vuelven a aparecer durante y después de cualquier guerra. ¡Ah, maldita palabra! Sólo en medio del fragor de la batalla me siento vivo.
Agazapados en cualquier lugar. Yo y mi fusil. Solos. Delante: el enemigo. Cientos de hombres que tienen un hogar y familia...como todos... ¿Cómo hemos llegado a esto? Nos obligó la misma razón, pero con un vestido diferente. Miro al hombre que va a morir en unos instantes y veo en él un reflejo de mí mismo. Tiene frío, tiene miedo, los nervios a flor de piel mientras espera un objetivo o una bala enemiga, lo que llegue primero. Hoy no es tu día de suerte, amigo. Es duro pero unos ganan y otros pierden...lo siento. Cada objetivo abatido me perseguirá el resto de mis días pero esa sensación...¡Ah, maldita sensación!
Ya no recuerdo si tengo familia o amigos. No creo que nadie me eche de menos nunca y dudo que alguien lo haya hecho antes. Pero sigo luchando por algo o alguien. Espero descubrir de qué o quién se trata antes de que sea yo quién reciba la bala enemiga. Mientras eso llega, vigilen adónde apunto...
Wu Ying Ren 死
*Cita original: "¡Si alguien quiere ir a la guerra es que no ha estado allí antes!" - Larry Reeves
2 comentaris:
Curioso texto, es de un articulo, o de un libro? Muy interesante, dice grandes verdades
Es mío. No lo he sacado de ningún sitio. Fíjate que lleva mi firma, cuando es algo que cojo de algún sitio no la pongo y añado referencias.
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